Fluyo, luego existo
Aprender a fluir…
Estar en la zona
El autor, profesor y corredor de larga distancia Michael Murphy, en su libro con Rhea White, “In the Zone” comenta: “Esta buena voluntad para sufrir tanto por el deporte puede entenderse como una expresión concentrada de nuestra necesidad por expresar una perfección más profunda y una belleza que sentimos secretamente. Esa perfección más profunda es más importante para muchos deportistas que los premios y los aplausos”.
“Cuando estamos fluyendo tenemos una sensación clara de lo que debemos hacer, y estas metas dirigen la acción de manera continuada” – Csikszenmihalyi
Ese sentimiento de trascender a nosotros mismos tanto en el deporte como en la vida, ese ascenso se conoce como fluir, estar en “la zona”. Este fluir nos hace sentir que estamos completos, que estamos dentro de nosotros mismos, de nuestro cuerpo, y nos lleva a desarrollar la excelencia «sin esfuerzo».
Todos lo hemos sentido alguna vez, puede haber sido haciendo deporte, preparando alguna clase, un examen, corriendo, pintando, bailando o practicando alguna actividad en la que volcamos nuestro talento para afrontar un reto.
Puede durar un instante, aunque a nosotros nos parezca una eternidad, un sencillo momento en el que sin avisar nuestros sentidos se agudizan, somos capaces de escuchar el sonido del silencio, nuestra mente avanza como un torrente, la percepción que tenemos del tiempo cambia y cuando «despertamos» tenemos la sensación de haber estado en otro lugar; algunos lo llaman inspiración, otros experiencia cumbre, estado de fluencia, estar conectado, autorrealizado, etc… lo importante es que cuanto más conscientes seamos de estos momentos, más capaces seremos de percibirlos y reproducirlos.
El viaje hacia el oro interior
Sin embargo, este fluir no es gratuito o accidental, es el fruto de la práctica, del entrenamiento, de tener un propósito claro, devoción intensa y enfoque. Este momento poco tiene que ver con las medallas, los títulos, la fama, un aumento de sueldo o la posibilidad de comprarte un coche más caro, está más relacionado con lo que Phil Cousineau denominó el “oro interior”.
Como escribe en su libro, “La Odisea Olímpica”, “esto es por lo que la belleza, la fuerza y el placer han sido siempre cualidades inseparables del nivel de élite. El fluir no puede asirse y no puede fingirse. Como el amor, debe de ganarse; como la gracia, sólo puede ser concedida, como la inspiración, llega sólo después de intenso trabajo interior. Y nada grande se puede conseguir sin ello”.
Tal y como cuentan muchos de los atletas, profesionales y personas comprometidos con el Juego, la búsqueda de la excelencia es más que un viaje corto, un viaje largo, una odisea; el viaje hacia la excelencia es una oportunidad para elevar “nuestro juego a otro nivel”, una oportunidad para mejorar, para levantarnos ante las derrotas, competir y unirnos con otros en una fuerza común. Reforzando esta visión existencial del deporte, Michael Jordan afirma:
“Cada vez que piso una cancha de baloncesto, nunca sé lo que ocurrirá. Vivo el momento. Juego el momento”
Y, ¿cómo nos podemos preparar para elevar nuestro juego? Bien, ese punto lo trataremos en el siguiente post.